Sueño con reunir a todos los grandes talentos de mi generación en una horda de artistas imperfectos
a Facundo, fotograma a fotograma, inmerso en el descubrimiento de su propio yo,
poderoso, la verdad humana en sus puños abiertos
a María, que huele a Tango y es delicada, que nos arropa y viste
grandes pieles negras importadas desde Nueva Orleans
a Javier, el profeta, inalcanzable, con su propio tempo entre bambalinas
el director gigante, el sabio siempre alerta
a Arturo y a Safrika,
el primero, inmisericorde, magnético, con la mirada doble y perversa
ella, sexual, que escupe fuego y se alimenta de lágrimas
a Laura, que no nos conoce, cuya realidad es un eco de parpadeos
ella, percibe la realidad de forma instantánea,
a Hansy, que todavía no lo sabe,
con el arte latiendo entre los pulmones,
a Adrián, bizarro, autóctono y mundial,
un hombre lobo con piel de cordero
a Iván Vergara, el sacrificio, la comprensión con pupilas negras
el pelo revuelto enigmático, la potencia llena de sonrisas ultravioleta, supersónico
a Salva Reyes, el niño becqueriano, la experiencia lírica
melancólico como un piano en un páramo
quiero reunir también a todos aquellos de los que no me acuerdo
a los que no conozco
quiero reunir a los olvidados, a los desaparecidos,
quiero que seamos un alarido desgarrador
que seamos la fidelidad del perro de un enfermo
el gemido de nuestros cuerpos una voz bendita
porque los malditos han muerto
y han nacido los vivos
Sueño con proyectarnos hasta el infinito, vehementes,
fascinantes y fascinados hasta la médula,
un coro de visiones distintas, un solista polifónico,
ha sobrevenido del cambio
no tiene nombre,
no bebe del yugo de las lenguas áridas
Sueño con reunir a todos los grandes talentos de mi generación en una horda de artistas imperfectos
y este es el ladrido de mi llamada.
a Facundo, fotograma a fotograma, inmerso en el descubrimiento de su propio yo,
poderoso, la verdad humana en sus puños abiertos
a María, que huele a Tango y es delicada, que nos arropa y viste
grandes pieles negras importadas desde Nueva Orleans
a Javier, el profeta, inalcanzable, con su propio tempo entre bambalinas
el director gigante, el sabio siempre alerta
a Arturo y a Safrika,
el primero, inmisericorde, magnético, con la mirada doble y perversa
ella, sexual, que escupe fuego y se alimenta de lágrimas
a Laura, que no nos conoce, cuya realidad es un eco de parpadeos
ella, percibe la realidad de forma instantánea,
a Hansy, que todavía no lo sabe,
con el arte latiendo entre los pulmones,
a Adrián, bizarro, autóctono y mundial,
un hombre lobo con piel de cordero
a Iván Vergara, el sacrificio, la comprensión con pupilas negras
el pelo revuelto enigmático, la potencia llena de sonrisas ultravioleta, supersónico
a Salva Reyes, el niño becqueriano, la experiencia lírica
melancólico como un piano en un páramo
quiero reunir también a todos aquellos de los que no me acuerdo
a los que no conozco
quiero reunir a los olvidados, a los desaparecidos,
quiero que seamos un alarido desgarrador
que seamos la fidelidad del perro de un enfermo
el gemido de nuestros cuerpos una voz bendita
porque los malditos han muerto
y han nacido los vivos
Sueño con proyectarnos hasta el infinito, vehementes,
fascinantes y fascinados hasta la médula,
un coro de visiones distintas, un solista polifónico,
ha sobrevenido del cambio
no tiene nombre,
no bebe del yugo de las lenguas áridas
Sueño con reunir a todos los grandes talentos de mi generación en una horda de artistas imperfectos
y este es el ladrido de mi llamada.
http://edureptil.wordpress.com/
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